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viernes, 20 de mayo de 2016

Recordar es vivir

     


    En una mañana de estos días cuando me dirigía a la oficina, pensaba en los viajes realizados por el territorio nacional y durante ese pensar, vino a mi mente una experiencia única que tuve la oportunidad de disfrutar en el año 2012. El recordarla me hizo volver a vivir por algunos momentos de aquel día, esa aventura maravillosa digna de ser compartida. Aquella visita al Salto Aponwao en la Gran Sabana, ha sido la mejor conexión natural que he tenido en mucho tiempo.

     La aventura, iniciada desde el pueblo de Santa Elena de Guairén, en la Gran Sabana, del Estado Bolívar, marcó la antesala a lo que sería un día espléndido y una de las experiencias más gratificantes.

     Viajar en un rústico por espacio de 2 horas por carretera, luego tomar un camino árido por media hora más, para posteriormente llegar a un campamento Pemón donde fuimos recibidos por muchos niños de esta comunidad, que nos llevaron a un área de muelle para abordar unas curiaras y, por un lapso de 30 minutos, navegar para conocer esa caída de agua majestuosa de aproximadamente 108 metros de altura, que se puede contemplar desde un mirador.
            
       Aquel grupo en el cual me encontraba junto a mi esposa, estaba realmente disfrutando de este turismo de aventura y a pesar de tener ya tres horas de viaje, el entusiasmo y la motivación estaban al máximo.

       Lo impresionante de esta historia, se produjo cuando nuestro guía informó al grupo, que se podía ir hasta la parte más baja del salto, para contemplarlo desde más cerca. Eso sí, nos indicó que bajar se tomaba unos 15 minutos y se debía hacer con mucho cuidado y apoyándonos entre todos. Niños, jóvenes, adultos y algunos abuelitos con un gran espíritu, nos fuimos por aquel camino, el cual nos conduciría a disfrutar, deleitarnos y vivir esa maravilla de cascada.
                   
     Aquella vista fue un espectáculo en primera fila, esa conexión natural, respirar aire puro, sentir el sonido del agua en todo su esplendor, sentir como te conectas con tu propio ser y como el agua te baña en aquel contemplar. Ese wifi natural nos permitía alcanzar nuestro equilibrio y renovarnos interiormente.
                  
     Se podían ver a muchas personas haciendo meditación, yoga y orando. Fue sin duda, algo impresionante. Las fotografías no faltaron y desde diversos puntos se obtuvieron las imágenes para mostrar a la familia y sobre todo, guardar registro de aquel momento vivido.
                  
    Esta historia nos permite afirmar lo hermosa que es nuestra Venezuela. Conocerla y amarla todos los días debe ser nuestro norte. Todos debemos aportar para hacer que crezca y se haga una gran nación. Cuando vayan a la Gran Sabana no olviden visitar este atractivo natural.

Hasta un próximo encuentro.
Éxitos, bendiciones hoy, mañana y siempre.


  

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